jueves, 29 de julio de 2010

Otra de Migdalita







Esta entrada parte de un café que tenía ganas de hacerme. Recordé que necesito imperativamente un adaptador que permita poner en mi cocina una cafeterita que papá me regaló para no desperdiciar en coladas enormes el exquisito café Serrano que me mandan de La Habana.

El bendito adaptador -para clasificar este invento insignificante, diría, pero ya vemos qué útil-, no aparece en ninguna de las megaferreterías de la ciudad, nadie sabe a qué me estoy refiriendo y Migdalia Valera lo tiene casi patentado!

Ella lo resuelve con la tapa de una lata, la corta de no sé qué forma y luego le hace hasta el moldecito de la rejilla para que quede sujeto y no se corra el riesgo de un resbalón. Es una mostra!

De hecho hasta se me antoja la idea de que sea ella quien me lo haga; y me lo mande con cuidado, en una cajita, así tendría agregado un valor sentimental.

Con cierta frecuencia suelo necesitar el café que abuela prepara religiosamente a eso de las 3 o las 4 de la tarde.

A saciarlo me disponía!

Gustan?

martes, 20 de julio de 2010

La valentía de ser yo.

Estoy en medio de los ensayos de otra obra. Somos cuatro actores que entre nosotros no nos conocemos de nada y la directora es una artista muy interesante. Cineasta, actriz, guionista y dramaturga. Simpática persona y además muy cuidadosa e intuitiva para sacar lo mejor o peor de cada uno. Buena para hurgar en los actores y encontrarles lo que le podría encajar al personaje. Las sesiones son como terapias en las que quedo humanamente expuesta en función del experimento colectivo.

Nos hace traer al presente situaciones pasadas, enterradas y vencidas, provoca consultas muy hondas de lo que somos y de cómo somos en determinadas situaciones, en el amor, en la vergüenza, en el desamor, en la conquista, siendo desplazados...

Me tiene en un estado de ninguna certeza. Millones de preguntas que tengo de mí misma, de quien soy y de qué proyecto.

Crisis existencial de los 27? jajjaa.

Hoy estaba en una improvisación, y en el rol de Julia, husmeaba en los apuntes de mi compañero de escena en su rol de Tomás. Y al mismo tiempo que Julia lo miraba desafiante por violar sus intimidades, Aurora le rogaba disculpas a Gonzalo por el atrevimiento! Cómo explicar que simultáneamente pasaron por mí los dos pensamientos?! Díganme si no es esquizoide este oficio mío!

Para descifrar los personajes, los soltamos a jugar, los entrevistamos y un poco entre todos vamos armando el muñeco. Como ponerle una mano o coserle el ojo izquierdo alguien sugiere sus miedos, otro le encuentra sus rubores. Y de alguna forma es cómodo ayudarse de los demás para atar cabos sueltos que solos no podemos encontrar dentro de nosotros mismos.

Ahorita escribía esto:

"La escasa visión de mí misma me obliga a compartir esta urgencia. Quisiera que cada uno dijera qué soy en ellos, cómo me ven y en esto reclamo de todos la verdad, aunque con ello pusieran en riesgo su propio velo encubridor. Sus palabras serán escenciales para comparar lo que de mí ya tengo y llegar a una especie de consenso entre sus miradas y la mía esquizoidemente llena de ninguna certeza".

En estado de transferencia,

Aurora.

miércoles, 14 de julio de 2010

Caminante nocturno

Como parte de los estudios de mi epilepsia, mi doctor necesitaba hacerme un electro de sueño. Al parecer era en las horas y el estado en que más actividad tenía. La tarea de mis padres sería mantenerme despierta toda la noche para que a la hora de la consulta cayera rendida. Nos quedamos entonces en Lealtad, en la casa de mi abuela para que mamá tuviera apoyo y relevo.
Podría dormir solo hasta las 12 y de ahí no lo haría más hasta la mañana a la hora de la cita.

Mi abuelo me llevó al malecón a caminar.

Recuerdo la aventura que resultaba para mí ocupar una ciudad desierta, ser la única habitante del espacio. Donde usualmente había carros, ruidos, gente, ahora estábamos mi abuelo y yo, ante el mundo detenido y con los únicos sonidos de nuestros pasos y del mar en su constante ir y volver.

De regreso a la casa otro ser de la noche apareció ante nosotros. Un gato gris, robusto y hermoso irrumpía en mi exclusividad. Supongo que hubo un segundo de cada uno pensar (el gato y yo) qué hacer con el intruso, pero al segundo siguiente me lancé a su captura y encuentro. Lo adopté. Soy absolutamente vulnerable a la presencia de un felino.

Eusebio (como le pusimos por Andar La Habana) me acompañó el resto del insomnio y fue cómplice también por mucho tiempo más. Con el tiempo descubrimos que su nocturnidad no era casual. Tampoco era el idílico animal de pose congelada, era un terrible jodedor de abuelos dormidos. Con Luis Hernández fue incansable. Cada noche le hacía cosquillas en los pies. A mi abuela la cazaba y arremetía contra sus canillas. Era tremendo.

Y caminante que era al fin, un día, o una noche tal vez, sin más se fue. No recuerdo haberlo llorado porque probablemente sabía que debía dejarlo ir, debía dejarlo ser lo que aquella madrugada me embargó. Caminante nocturno, solitario, suficiente consigo mismo. Para sí mismo.

Por fortuna nos quedó esta foto que mi abuelo tomó.