domingo, 14 de febrero de 2010

Yo no quiero parar!

Yo tengo el gen de la que cierra las fiestas, de ser la última en irse, la que no quiere que la rumba termine! Con el tiempo y algunos excesos comprendí que cuando la magia termina, lo que queda al filo del amanecer, es el deseo resacado de que hubiera ocurrido algo que jamás tuvo lugar, una ilusión aferrada a un evento que no fue y que te arrastra a un desenlace diametralmente opuesto al que buscaste. Cosas de la inexperiencia. Cosas de no saber lo que en realidad estás buscando. Y no es que ya lo tengamos muy claro! No es, siquiera, que tengamos la esperanza de saberlo alguna vez! Pero al menos vamos aprendiendo lo que NO queremos más.

Son los signos de la madurez, los signos de la "seriedad", los signos de hacerse adulto. Y desde la adultez me doy cuenta de que hay valores de la juventud a los que no debemos renunciar. La capacidad de no augurar lo que el día deparará, la valentía de aventurarse a lo que sea que traerá consigo. La planificación es un vicio corrosivo que se adquiere en la adultez. La sostenibilidad de un estilo de vida, de una imagen, de un status social, son parches y parches que le vamos poniendo encima al corazón, haciéndolo débil, temeroso, incapaz.

Tengo alma hippie, no hay duda de ello! El amor libre, la sonrisa abierta a todos. Suelo ser de las que da de antemano 100 puntos a quien conozco por primera vez. Con el tiempo y miles de decepciones temo que llegue a convertirme en alguien sin fe. Sé que no séra, sé que aunque me lo ordenara, eventualmente acabaría desobedeciéndome porque mi naturaleza es confiada, pero he llegado a pensar que es mejor dar cero puntos y que las personas con sus acciones vayan sumándome confianza.

Será la necesidad de sobrevivir en un mundo tan competitivo.

Por fortuna, seguimos encontrando en el camino gente que también conserva su capacidad de sueño, su bondad, sus ambiciones que no necesariamente saciarán a costa de tu descenso. Y son esos encuentros los que salvan mi alma hippie, los que hacen que siga queriendo quedarme hasta el final de la fiesta. Especialmente cuando sé que no busco una meta lejana, alta, inalcanzable, sino disfrutar el instante, reconocer en el camino mis almas afines.

1 comentario:

  1. alguien sabe que la vida es como un gran pastel que no puede devorarse entero, porque empalaga. Apuesto por el presente, porque el mañana todavía le falta y uno nunca conoce a la gente. Yo después de entregar confianza, he comenzado a pedirla, a esperar paciente porque nunca se sabe quién y cómo te sacarán una carta bajo la manga. Me siento arriba de una balanza para no perder esa buena parte, que necesita de la mala. Un abrazo, buena publicación.

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